
Tenemos figuras de Cristo que ni son verdaderas, ni son totalmente falsas.
** El Cristo de los primeros cristianos era el de Alguien a quien han visto y no han terminado de entender. Se asombran de su Resurrección y viven la nostalgia de haberlo perdido y esperan su vuelta. Es el Cristo experimentado como hombre, y divinizado en su Resurrección; un Cristo que vendrá a liberar a su pueblo.
** El Cristo de los mártires es un Cristo ensangrentado, al que todos desean unirse cuanto antes.
** En los tiempos de las grandes disputas teológicas, se quiere un Cristo y penetrar en su misterio con la inteligencia humana.
** Los bizantinos toman un Cristo terrible que llaman Pantocrátor; juez terrible.
** En la Edad Media , Cristo se convierte en un “caballero ideal “, avanzando por el mundo en busca de Justicia.
** Después ese caballero se convertirá en un “gran Rey”, emperador de almas y cuerpos.
** Por fortuna, al mismo tiempo aparece un Cristo más humano, más tierno, un Cristo amado, amigo de los pobres y pequeños: el Cristo de Francisco de Asís.
** En la Reforma Protestante se verá un Cristo más muerto que resucitado; nos redime muriendo y se queda en la muerte.
** La Reforma Católica , con Teresa de Ávila y Juan de la Cruz , ven a Cristo por los caminos de la contemplación y del amor.
** En los siglos XVIII y XIX, tiempos de la Razón crítica, Cristo pasa a ser un sueño que jamás existió.
** También en el siglo XIX subraya que lo único que Cristo hizo, fue devolver al mundo la revelación de un sentimiento filial hacia Dios-Padre y poner las tintas en el amor al pobre.
** A principios del siglo XX se comienza a no querer perder el tiempo en la investigación de detalles, sino concentrarse en la interpretación de su anuncio.
** Se piensa más en el Cristo de la fe y se deja un tanto olvidado el Cristo de la Historia.
** En 1971, aparece el Cristo, que hace gritar: “Jesús es mi Señor”; más tarde aparece el Cristo Superestrella; el Cristo guerrillero, con sed de rgado con fusil.
** Pero existe un Cristo más de nuestro tiempo, el que muchos cristianos nos transmiten a la pregunta qué saben de Cristo: no contestan o no saben ni están convencidos de lo que contestan. Es el Cristo de los que viven tan cerca que apenas nos damos cuenta de la realidad que es Cristo: el Cristo del aburrimiento, unas veces es demasiado Dios, otras.. demasiado hombre. (Vida y misterio de Jesús de Nazaret, José Luís Martín Descalzo)
Pero a pesar de todo, seguimos preguntándonos ¿quién es Cristo?
Pero lo importante es que a Cristo no se escribe, a Cristo se vive. Según el Cristo que nosotros vivamos así seremos “cristianos”.
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