
Jesús descubrió que tenía que vivir con los pobres, pobres no sólo en el sentido económico; son más pobres los que viven abandonados, marginados, los que no son de nuestra clase y les damos de lado, los malos, los homosexuales, las prostitutas, los avariciosos, los ladrones, los… los…
Desde su Bautismo, Jesús se solidarizó con los malos desde el primer momento y hasta el final.
Lo que no podemos explicarnos es cómo lo hacía: Jesús estaba en contra de la “riqueza” y tenía amigos “ricos”, les visitaba y comía con ellos; Jesús estaba en contra de quienes se apropian de lo ajeno, así en general, pero luego: … “Zaqueo, hoy quiero comer en tu casa”. … “Leví, Mateo, sígueme”; Jesús no aprobaba la hipocresía, pero tenía amigos fariseos que le visitaban y Él les atendían; Jesús, no quería la “maldad”, pero era amigo y se preocupaba de los “malos”.
Es algo que no podemos explicarnos, porque nosotros no somos así: Si estamos en contra del matrimonio entre homosexuales, lo hacemos marginando y descargando nuestras críticas sobre las personas concretas; si estamos en contra de la riqueza, la de cosas que salen por nuestra boca contra ese rico que tiene nombre y apellidos; si nuestros principios nos dicen que la mentira y la hipocresía no deben estar entre nosotros, ¿por qué criticamos, insultamos, marginamos, ridiculizamos a fulanito de tal y tal porque es hipócrita y no hacemos todo lo posible por ayudarle, por salvarle?
Jesús descubrió en su Bautismo para qué había venido al mundo, por qué se había encarnado: para condenar la “maldad” y atender a los “malos”, por eso se metió en el agua como un pecador más.
Y fue entonces cuando sucedió una cosa muy rara: dice el Evangelio que “se abrió el cielo y vio Jesús al Espíritu de Dios, que bajó como una paloma y se paró encima de Él.” Esto no quiere decir otra cosa que cuando Jesús se puso al lado del pueblo, cuando unió su suerte a la del pueblo, en ese momento Jesús vio el cielo abierto, vio la más grande y lo mejor que se puede hacer en el mundo: preocuparse de los pobres: esto es lo que aprueba el Espíritu de Dios, y vio claramente que tenía la ayuda de Dios, que se cernía sobre él como una paloma, sencillamente, sin violencia: así tenía Jesús que ir en contra de la maldad y amar a los malos: el Padre aprobó el compromiso que Jesús estaba haciendo con todos nosotros en su Bautismo: “Este es mi Hijo, mi predilecto.”
Sabemos que hay muchas cosas en este texto del Evangelio de Mateo que no entendemos, en parte porque no somos Dios, pero pensando, pensando hemos averiguado muchas cosas:
1º - Tiene que haber un momento en la vida de una persona, que se pregunte el por qué de su vida.
2º - Si es responsable, se contestará y lo hará de forma positiva para él y para la sociedad.
3º - ¡Quizás, quizás comprenda que la atención al pobre, es lo más gratificante para la vida de una persona y lo que puede hacer que la sociedad camine mejor que lo está haciendo!
4º - Ponerse a trabajar como lo hizo Jesús, sabiendo que el camino no es fácil y que necesito, necesitamos que se abra el cielo y Dios nos ayude.
PREGUNTAS.
Nos pueden ayudar a interiorizar el Bautismo de Jesús.
1. ¿Se puede decir que Jesús fue un trabajador?, ¿por qué?
2. ¿Cómo tiene que ser el destino y la suerte de un cristiano en esta vida, si es que quiere seguir el destino de Jesús?
3. ¿Qué tienes que cambiar tú en tu vida, si es que quieres seguir ese destino?
4. ¿Por qué se puso Jesús de parte de los malos?
5. ¿Qué quiere decir eso?
6. ¿Se arregla el mundo condenando a los "malos", con nombre y apellido, o estando al lado de ellos?
Posible CONCLUSIÓN
¡Que sí, que se puede ser cristiano, de verdad, pero...
…por la gracia de Dios, con la gracia de Dios!
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