
No perdamos el objetivo que perseguimos en estas comunicaciones: “Llegar a ser cristianos, de verdad, por la gracia de Dios”.
En las comunicaciones anteriores hemos visto que celebrar la Eucaristía, vivir la Eucaristía es fundamental para ser cristianos: “Las primeras comunidades se reunían para escuchar la Palabra y partir el Pan”.
Pero… hace falta, juntamente con la celebración de la Eucaristía, convencerse de que “A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”.
Es importantísimo aprender a decir de verdad, Padre (Abba).
Jesús lo veía así y empleó la segunda etapa de su vida pública, de su predicación, a enseñarnos cómo es Dios: era una cosa difícil porque nosotros, los seres humanos, teníamos y tenemos una idea muy distinta de Dios.
Jesús veía a Dios de manera diferente a como lavemos el resto de los humanos. Jesús era el Hijo de Dios y por eso veía a Dios más cerca que nadie y se daba cuenta, como nadie, de los que Dios quiere, de lo que Dios ama a toda la gente, sobre todo a la gente que más sufre en esta vida.
Eso tenía una consecuencia: Jesús veía a Dios como Padre de todos los hombres y mujeres y además sacaba consecuencias prácticas de ese mirar a Dios como Padre.
Los demás quizás también veamos a Dios como padre de todos los hombres y mujeres, pero de ahí no pasamos, es decir, no sacamos las consecuencias prácticas que deberíamos sacar, como Jesús las sacaba.
Dicho de otra manera: nuestra creencia en Dios como Padre de todos los hombres y mujeres, no pasa de ser una idea que tenemos en nuestra cabeza, pero que no guarda relación con las cosas que luego hacemos o dejamos de hacer, ni guarda relación con lo que nos gusta o nos desagrada.
Por el contrario, Jesús veía a Dios como el Padre de todos los hombres y mujeres, y por eso decía que los hombres y mujeres no pueden seguir viviendo como enemigos y como extraños, sino que tienen que vivir como hermanos y como iguales, sin que unos tengan más que otros, ni los unos se aprovechan de los otros.
Pero con eso no está dicho todo. Jesús no se limitaba a decir que todos debemos de ser “buenos” y “portarnos como hermanos”. Si Jesús se hubiese limitado a decir sólo eso, a Jesús no lo matan.
El problema está en que Jesús atacó directamente a los que hacen imposible que la gente vivamos como hermanos: atacó a los que quieren estar por encima de los demás, a los que se empeñan a tener más que otros y a costa de esos otros.
Por eso habló Jesús contra los ricos y contra los jefes de las naciones, contra los sumos sacerdotes y contra los fariseos, que querían siempre ocupar los primeros puestos y ser bien vistos por todo el mundo.
Jesús dijo claramente que creer en Dios como Padre de todos los hombres y mujeres es creer en una forma de vivir muy distinta en la nadie se aproveche de nadie.
Pero como los que se aprovechan no estaban dispuestos a eso, acusaron a Jesús, lo condenaron y lo mataron.
Nosotros no creemos en Dios de esa manera. Nosotros sabemos que Dios es le Padre de todos. pero no estamos convencidos de eso, nosotros le decimos a Dios que es nuestro Padre, pero nos quedamos tan frescos cuando vemos que un hermano se muere de hambre o es un desgraciado. Quizás digamos: “¡qué pena!, ¿por qué no arregla esto las autoridades?” Es cierto, las autoridades deben arreglar muchas cosas, pero nosotros: “A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”. Nosotros, hagamos lo que debemos hacer en nuestra familia, en nuestro entorno, en donde vivimos… No esperemos a que vengan las autoridades a solucionarlo (que tienen obligación) trabajemos nosotros, ayudemos nosotros: A DIOS (a las Autoridades también) ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO.
En las comunicaciones anteriores hemos visto que celebrar la Eucaristía, vivir la Eucaristía es fundamental para ser cristianos: “Las primeras comunidades se reunían para escuchar la Palabra y partir el Pan”.
Pero… hace falta, juntamente con la celebración de la Eucaristía, convencerse de que “A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”.
Es importantísimo aprender a decir de verdad, Padre (Abba).
Jesús lo veía así y empleó la segunda etapa de su vida pública, de su predicación, a enseñarnos cómo es Dios: era una cosa difícil porque nosotros, los seres humanos, teníamos y tenemos una idea muy distinta de Dios.
Jesús veía a Dios de manera diferente a como lavemos el resto de los humanos. Jesús era el Hijo de Dios y por eso veía a Dios más cerca que nadie y se daba cuenta, como nadie, de los que Dios quiere, de lo que Dios ama a toda la gente, sobre todo a la gente que más sufre en esta vida.
Eso tenía una consecuencia: Jesús veía a Dios como Padre de todos los hombres y mujeres y además sacaba consecuencias prácticas de ese mirar a Dios como Padre.
Los demás quizás también veamos a Dios como padre de todos los hombres y mujeres, pero de ahí no pasamos, es decir, no sacamos las consecuencias prácticas que deberíamos sacar, como Jesús las sacaba.
Dicho de otra manera: nuestra creencia en Dios como Padre de todos los hombres y mujeres, no pasa de ser una idea que tenemos en nuestra cabeza, pero que no guarda relación con las cosas que luego hacemos o dejamos de hacer, ni guarda relación con lo que nos gusta o nos desagrada.
Por el contrario, Jesús veía a Dios como el Padre de todos los hombres y mujeres, y por eso decía que los hombres y mujeres no pueden seguir viviendo como enemigos y como extraños, sino que tienen que vivir como hermanos y como iguales, sin que unos tengan más que otros, ni los unos se aprovechan de los otros.
Pero con eso no está dicho todo. Jesús no se limitaba a decir que todos debemos de ser “buenos” y “portarnos como hermanos”. Si Jesús se hubiese limitado a decir sólo eso, a Jesús no lo matan.
El problema está en que Jesús atacó directamente a los que hacen imposible que la gente vivamos como hermanos: atacó a los que quieren estar por encima de los demás, a los que se empeñan a tener más que otros y a costa de esos otros.
Por eso habló Jesús contra los ricos y contra los jefes de las naciones, contra los sumos sacerdotes y contra los fariseos, que querían siempre ocupar los primeros puestos y ser bien vistos por todo el mundo.
Jesús dijo claramente que creer en Dios como Padre de todos los hombres y mujeres es creer en una forma de vivir muy distinta en la nadie se aproveche de nadie.
Pero como los que se aprovechan no estaban dispuestos a eso, acusaron a Jesús, lo condenaron y lo mataron.
Nosotros no creemos en Dios de esa manera. Nosotros sabemos que Dios es le Padre de todos. pero no estamos convencidos de eso, nosotros le decimos a Dios que es nuestro Padre, pero nos quedamos tan frescos cuando vemos que un hermano se muere de hambre o es un desgraciado. Quizás digamos: “¡qué pena!, ¿por qué no arregla esto las autoridades?” Es cierto, las autoridades deben arreglar muchas cosas, pero nosotros: “A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”. Nosotros, hagamos lo que debemos hacer en nuestra familia, en nuestro entorno, en donde vivimos… No esperemos a que vengan las autoridades a solucionarlo (que tienen obligación) trabajemos nosotros, ayudemos nosotros: A DIOS (a las Autoridades también) ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario