
La unión que había entre aquellos cristianos llegaba, no sólo a los corazones, sino además a los bolsillos. Y llegaba a los bolsillos de tal manera que lo importante para ellos no era sólo la caridad, sino sobre todo el grupo al que llamaban comunidad. Porque, en lo que hemos leído antes, no se dice que practicaban la caridad unos con otros, sino que eran constantes en la comunidad y que lo tenían todo en común, de tal forma que ninguno pasaba necesidad, puesto que se repartían los bienes entre todos según lo que a cada uno le hacía falta.
Esto quiere decir que la Iglesia de entonces era muy distinta de la de ahora. Porque ahora se habla mucho de la caridad, pero no se vive ese amor. Por eso, a los cristianos de ahora se les dice que deben dar limosnas, pero no se suelen poner en común los bienes que cada uno tiene. Y así resulta que hay gente que "hace caridad" y "da limosnas", lo cual está bien, pero de tal manera que el rico sigue siendo rico y el pobre sigue siendo pobre. Y entonces, lo que pasa es que "la caridad" tranquiliza la conciencia de los ricos y les permite seguir disfrutando de sus bienes, pensando además que son buenos cristianos, mientras que los pobres se quedan tan pobres como estaban.
De esta manera, la Iglesia de ahora ha perdido la fuerza que tenía entonces.
Resulta prácticamente imposible lograr el sueño de una sociedad verdaderamente fraternal, igualitaria y libre. Y así, en los llamados países capitalistas se dice que hay libertad, pero no hay igualdad; mientras que en los llamados países socialistas se dice que hay igualdad, pero no hay libertad.
Estando así las cosas, es claro que el sueño de esa sociedad ideal se podría conseguir solamente donde la gente quisiera vivir en igualdad, no porque se les impone desde fuera y por la fuerza, sino porque les sale de dentro y libremente. Y eso justamente es lo que hacía la Iglesia de aquellos primeros tiempos: los cristianos era un grupo, en donde se ayudaban mutuamente los unos a los otros, según lo que cada uno necesitaba. Y aunque había propiedad privada, el hecho es que "nadie consideraba como suyo nada de lo que tenía", porque todos ponían todo a disposición de los que tenían necesidad.
Podemos subrayar lo que hemos dicho anteriormente: “había propiedad privada” pero esa propiedad era de tal manera que todos eran “pobres” y todos eran “ricos”, porque había amor entre ellos: “nadie pasaba necesidad”.
2) LO QUE SE HACÍA EN COMUNIDAD
El libro de los Hechos de los Apóstoles dice que en la comunidad se hacían cuatro cosas: "eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones".
Lo primero, la enseñanza de los apóstoles, es decir la enseñanza de aquellos hombres que habían vivido con Jesús, que sabían por propia experiencia quién era Él y cómo era Él, y que además eran testigos personales de su resurrección (Act 1, 21 22); aquellos hombres sabían, también por propia experiencia, que Jesús está vivo (Act 1, 3). De esos hombres se trata cuando se habla de los Apóstoles. Por eso, la enseñanza que ellos le daban a la gente era, ni más ni menos, lo que el mismo Jesús había mandado (Mt 28, 19), es decir la "buena noticia" para toda la humanidad (Mc 16, 15).
Lo segundo, la comunidad de vida, que aparece estrechamente relacionada con la enseñanza de los apóstoles. Lo cual quiere decir lógicamente que en realidad, lo que los apóstoles le enseñaban a la gente era que tenía que vivir la verdadera comunidad, según lo que hemos visto antes sobre ese asunto. Aquellos apóstoles y aquellos cristianos estaban convencidos de una cosa: que vivir la comunidad es lo más importante, lo único verdaderamente necesario, lo que ante todo y sobre todo le interesa a la Iglesia.
Lo tercero, partir el pan, es decir la celebración de la Eucaristía: "el pan de los pobres". Por eso, aquí no vamos a repetir lo que ya se sabe. Sólo hay que añadir tres cosas:
- que la eucaristía se celebraba "en las casas", ya que los cristianos no tenían templos, ni consideraban necesario tenerlos, porque para ellos el templo no era un local o un edificio, sino la comunidad (1Cor 3, 10 14; 8, 1; Rom 15, 20; Ef 2, 19 22).
- que la eucaristía se celebraba durante una comida de fraternidad, es decir aquello no era una ceremonia religiosa, sino un gesto humano de solidaridad.
- que todo aquello se celebraba con una alegría desbordante y de todo corazón, o sea era algo que la gente sentía de verdad.
Lo cuarto, la oración, Las personas que vivían en la comunidad, estaban allí porque tenían fe en Jesús, es decir tenían la seguridad de que Jesús es una persona viviente; y que esa persona es el origen y la razón de ser de la comunidad, no sólo porque nos acordamos de él, sino además porque hablamos con él y él nos habla a nosotros aquí y ahora. Por eso, en la vida de la comunidad es tan necesaria la oración.
Una consecuencia clara se sigue de todo lo dicho: en la Iglesia de entonces no había muchas cosas que hay ahora: no había templos, no había organizaciones, no había las grandes funciones de ahora, ni el montaje que existe en ente momento.
Pero había comunidad: de bienes y de personas, de corazones y de sentimientos; y en la comunidad se celebraba la eucaristía y se hacia oración; y allí había personas que tenían una gran experiencia de lo que hizo y de lo que dijo Jesús, de tal manera que eso era lo que distinguía a los cristianos de los que no lo eran. Y así, la igualdad y la libertad eran el aire de familia, el sello y la marca de la Iglesia.
3) EL PAPEL DE LOS APÓSTOLES
En la comunidad, no todos tenían el mismo papel ni desempeñaban la misma tarea. Los Apóstoles, como ya se ha dicho, eran los que tenían una experiencia fuerte y clara de quién era y cómo era Jesús, porqué habían vivido con él (Act 1, 21) y sabían, también por propia experiencia, que Jesús está vivo (Act 1, 3). Por eso, ellos actuaban, ante la gente, como testigos de la resurrección (Act 2, 32; 3,15; 4, 33) es decir, persuadían de que Jesús vive y de que Dios le ha dado la razón a él y se la ha quitado a todos los que estaban y están en contra de lo que hizo y dijo Jesús. Y así se comprende que "todo el mundo estaba impresionado de las cosas… que realizaban los apóstoles".
Por tanto, en la Iglesia ha habido, desde el primer momento, determinadas personas que han desempeñado una tarea especial. Esa tarea consiste en recordar el mensaje de Jesús y en dar testimonio de que Jesús no pasó a la historia, sino que vive hoy. Por consiguiente, no se trata de que en la comunidad hay unos que dominan a los otros, ni que están por encima de los demás. Se trata de que en cualquier comunidad hay siempre quienes tienen una experiencia más fuerte y más clara del Señor Jesús, y tienen cualidades para comunicar eso a los demás. Los que tienen esa experiencia y esas cualidades pueden desempeñar en cada comunidad el papel que desempeñaban los apóstoles desde el primer momento de la Iglesia. Y siempre habrá, en cada Iglesia (comunidad), quienes hagan eso.
A los primeros Apóstoles los designó Jesús directamente (Act 1, 2; Mt 10, 1 4 y par.). Pero cuando éstos empezaron a faltar, es decir cuando en una comunidad se necesitaba uno que se encargara de la tarea de recordar el mensaje de Jesús, la comunidad se reunía y elegía al que ellos consideraban más capacitado (Act 1, 15-26; 6, 1-6). Esto se hizo así en la Iglesia durante muchísimo tiempo.
Entro los Apóstoles, algunos estaban casados, como san Pedro (Mt 8, 14; 1Cor 9, 5ss), y otros preferían vivir solteros, como san Pablo (1Cor 9, 5ss). Algunos se dedicaban sólo a la tarea de recordar el mensaje, y otros, cómo Pablo y Ber¬nabé, alternaban esa tarea con el trabajo manual, para ganarse la vida (1Cor 9,4 18; Act 20, 33 35). Pero lo importante en todos ellos era vivir de tal manera y hablar de tal forma que la gente, al verlos y al oírlos, o se ponía a creer en Jesús, o se ponía a perseguirlos.
CONCLUSIÓN
La Iglesia de ahora no es como la Iglesia de entonces en muchas cosas. Pero la Iglesia de ahora es la continuación o la prolongación de la Iglesia de entonces. Y no hay más Iglesia que la que hay. Eso quiere decir que nadie tiene derecho a inventar ahora una nueva Iglesia. Y quiere decir también que, en nuestro grupo o en nuestra comunidad, tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esta Iglesia de ahora se parezca cada día más a la Iglesia de entonces. Porque creemos en Jesús, creemos también en la Iglesia de Jesús. Y amamos a la Iglesia. Lo que pasa en que nuestro amor consiste en querer que la Iglesia sea cada día más parecida a la comunidad de Jesús.
Entonces, a nosotros nos queda:
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