SERVICIO EN LA IGLESIA
Fuente: M. G. Masciarelli
1. DIFERENTES ESTADOS DE VIDA.
Podemos comenzar, y debemos comenzar, por recordar que dentro de la Iglesia hemos sido llamados para una misión dentro de la sociedad en que vivimos: “Implantar en el mundo el Reino de Dios: un mundo de paz, de justicia y de amor; o mejor, un Reino de Justicia, de Amor y de Paz”.
Por consiguiente todos tenemos un ministerio que cumplir dentro de la Iglesia y frente a una Sociedad que nos precisa para conservar los principios básicos comenzando por el primero que es, sin lugar a dudas “ser y hacernos cada día más humanos”.
Vamos a distinguir desde hora primera dos términos que en ocasiones solemos hacerlos sinónimos: seglar y laico: el laicado es la vocación de fondo a la que somos llamados por Jesucristo que nos regala el “Bautismo” y que después nosotros confirmamos con el Sacramento que precisamente se llama “Confirmación”. Todos nacemos y somos laicos, incluso nuestro modelo de identificación, como veremos al final, es María, la Madre de Dios.
La secularidad es la invitación que hace Dios para que dentro del laicado el ministerio se ejerza en contacto directo con las necesidades de la Sociedad en que vivimos. Normalmente, salvo en los Institutos seculares, no tienen reglas o constituciones y por supuesto no llevan una vida en Comunidad.
A partir de aquí y teniendo por base la doctrina del Cuerpo místico de Cristo que San Pablo nos desarrolla en su Carta a los Corintios el Señor concede distintos dones y carismas para servir a la Sociedad mediante el gran misterio de “vocación” en diferentes necesidades que esta Sociedad presenta y siempre teniendo de fondo la vocación de laico en la Iglesia: soy cristiano por la gracia de Dios y a través del Bautismo se comienza a prestar el servicio en la Iglesia.
Es el momento de hacer otra distinción importante: en el Servicio a la Iglesia y a la Sociedad se puede hacer, por llamada de Dios, por vocación, en el “estado secular o religioso”: Ya hemos explicado algo el estado “secular”; el estado religioso lo forman hombres y mujeres, que con vocación especial, en posesión de un carisma determinado, viven su servicio sujetos voluntariamente a unas reglas o constituciones, viven en comunidad, y emiten ante Dios, ante la Iglesia y el Superior de su Comunidad, principalmente los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia.
Las distintas vocaciones a los distintos servicios en la Iglesia no suponen dignidad, sino diferencia en el servicio. Así lo expresa San Pablo en la doctrina sobre el Cuerpo Místico:
Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común: Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas.
Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad.
Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!» Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros.
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. (1ª Cor. 12, 4-28)
Dios es quien llama a otros servicios y concede el carisma para desarrollarlos, pero, repetimos, sin que esto suponga dignidad alguna.
MINISTERIOS ORDENADOS
Sacerdote: ministro ordenado principalmente para realizar las funciones de “predicación, administración de los Sacramentos”. Se llaman Clérigos. El Sacerdocio pleno lo tienen los Obispos como sucesores de los Apóstoles y a través de ellos son ordenados los presbíteros que en Comunión con su Obispo atienden las funciones de la predicación y administración de los Sacramentos, principalmente la Eucaristía y la Reconciliación.
Diácono: ministro ordenado que tiene su origen en los primeras comunidades cristianas y en la iglesia de Jerusalén, para descargar del trabajo a los Apóstoles y pudieran dedicarse exclusivamente a la predicación y administración de los Sacramentos. la función inicial de estos diáconos era cuidar de las limosnas y repartirlas a los pobres. Después, La Iglesia, con el desarrollo del laicado, les ha encomendado la predicación, como colaboradores del Presbítero y la administración de algunos Sacramentos, menos la Eucaristía y la Reconciliación.
Antes de recibir el Presbiterado todos los candidatos deben ser ordenados temporalmente en el diaconado; no obstante existen “diáconos permanentes”, que se eligen después de haber demostrado su vocación entre las personas que reúnan las condiciones para ser ordenados.
DEBEMOS SEÑALAR, antes de seguir adelante, que estos ministerios ordenados se pueden ejercitar en el estado secular o en el estado religioso.
ASOCIACIONES ECLESIALES.
Órdenes, Congregaciones: Viven en Comunidad, vinculados a unas Reglas o Constituciones y han emitido los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, como testimonio ante el mundo de que son válidos los consejos evangélicos de las Bienaventuranzas.
Institutos seculares: Reunión de seglares que están vinculados a unas Reglas o Constituciones, han emitido los Votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, pero no viven en comunidad, sino en contacto directo con las necesidades del mundo y la sociedad. (ej. Voluntarias/os de Don Bosco
Asociaciones de Derecho Pontificio: Agrupación de seglares, con carisma determinado, no viven en Comunidad, no emiten votos, sólo, eso sí, viven su secularidad vinculados a un Proyecto de Vida y haciendo una promesa pública ante Dios y la Iglesia, representada por su grupo. (ej. Salesianos y Salesianas Cooperadores). Su servicio a la Iglesia lo realizan como colaboradores del Presbítero.
Asociaciones de fieles con determinados fines en la extensión del Reino de Dios: Grupos de seglares, que viven su servicio a la Iglesia con el vínculo de su Bautismo, que ya es bastante, y siendo colaboradores con el Presbítero realizan sus trabajos de apostolado. (ej. Hermandades, Cofradías, Asociaciones…)
Algunas funciones de apostolado especial y siempre en colaboración con el Presbítero y autorizado por él: Catequesis, Acólito, Lector, Ministro extraordinario de la Comunión, aunque este último precisa además el nombramiento del Obispo.
Fuente: M. G. Masciarelli
1. DIFERENTES ESTADOS DE VIDA.
Podemos comenzar, y debemos comenzar, por recordar que dentro de la Iglesia hemos sido llamados para una misión dentro de la sociedad en que vivimos: “Implantar en el mundo el Reino de Dios: un mundo de paz, de justicia y de amor; o mejor, un Reino de Justicia, de Amor y de Paz”.
Por consiguiente todos tenemos un ministerio que cumplir dentro de la Iglesia y frente a una Sociedad que nos precisa para conservar los principios básicos comenzando por el primero que es, sin lugar a dudas “ser y hacernos cada día más humanos”.
Vamos a distinguir desde hora primera dos términos que en ocasiones solemos hacerlos sinónimos: seglar y laico: el laicado es la vocación de fondo a la que somos llamados por Jesucristo que nos regala el “Bautismo” y que después nosotros confirmamos con el Sacramento que precisamente se llama “Confirmación”. Todos nacemos y somos laicos, incluso nuestro modelo de identificación, como veremos al final, es María, la Madre de Dios.
La secularidad es la invitación que hace Dios para que dentro del laicado el ministerio se ejerza en contacto directo con las necesidades de la Sociedad en que vivimos. Normalmente, salvo en los Institutos seculares, no tienen reglas o constituciones y por supuesto no llevan una vida en Comunidad.
A partir de aquí y teniendo por base la doctrina del Cuerpo místico de Cristo que San Pablo nos desarrolla en su Carta a los Corintios el Señor concede distintos dones y carismas para servir a la Sociedad mediante el gran misterio de “vocación” en diferentes necesidades que esta Sociedad presenta y siempre teniendo de fondo la vocación de laico en la Iglesia: soy cristiano por la gracia de Dios y a través del Bautismo se comienza a prestar el servicio en la Iglesia.
Es el momento de hacer otra distinción importante: en el Servicio a la Iglesia y a la Sociedad se puede hacer, por llamada de Dios, por vocación, en el “estado secular o religioso”: Ya hemos explicado algo el estado “secular”; el estado religioso lo forman hombres y mujeres, que con vocación especial, en posesión de un carisma determinado, viven su servicio sujetos voluntariamente a unas reglas o constituciones, viven en comunidad, y emiten ante Dios, ante la Iglesia y el Superior de su Comunidad, principalmente los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia.
Las distintas vocaciones a los distintos servicios en la Iglesia no suponen dignidad, sino diferencia en el servicio. Así lo expresa San Pablo en la doctrina sobre el Cuerpo Místico:
Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común: Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas.
Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad.
Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!» Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros.
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. (1ª Cor. 12, 4-28)
Dios es quien llama a otros servicios y concede el carisma para desarrollarlos, pero, repetimos, sin que esto suponga dignidad alguna.
MINISTERIOS ORDENADOS
Sacerdote: ministro ordenado principalmente para realizar las funciones de “predicación, administración de los Sacramentos”. Se llaman Clérigos. El Sacerdocio pleno lo tienen los Obispos como sucesores de los Apóstoles y a través de ellos son ordenados los presbíteros que en Comunión con su Obispo atienden las funciones de la predicación y administración de los Sacramentos, principalmente la Eucaristía y la Reconciliación.
Diácono: ministro ordenado que tiene su origen en los primeras comunidades cristianas y en la iglesia de Jerusalén, para descargar del trabajo a los Apóstoles y pudieran dedicarse exclusivamente a la predicación y administración de los Sacramentos. la función inicial de estos diáconos era cuidar de las limosnas y repartirlas a los pobres. Después, La Iglesia, con el desarrollo del laicado, les ha encomendado la predicación, como colaboradores del Presbítero y la administración de algunos Sacramentos, menos la Eucaristía y la Reconciliación.
Antes de recibir el Presbiterado todos los candidatos deben ser ordenados temporalmente en el diaconado; no obstante existen “diáconos permanentes”, que se eligen después de haber demostrado su vocación entre las personas que reúnan las condiciones para ser ordenados.
“Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.»
(Hch 6, 1-4)
DEBEMOS SEÑALAR, antes de seguir adelante, que estos ministerios ordenados se pueden ejercitar en el estado secular o en el estado religioso.
ASOCIACIONES ECLESIALES.
Órdenes, Congregaciones: Viven en Comunidad, vinculados a unas Reglas o Constituciones y han emitido los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, como testimonio ante el mundo de que son válidos los consejos evangélicos de las Bienaventuranzas.
Institutos seculares: Reunión de seglares que están vinculados a unas Reglas o Constituciones, han emitido los Votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, pero no viven en comunidad, sino en contacto directo con las necesidades del mundo y la sociedad. (ej. Voluntarias/os de Don Bosco
Asociaciones de Derecho Pontificio: Agrupación de seglares, con carisma determinado, no viven en Comunidad, no emiten votos, sólo, eso sí, viven su secularidad vinculados a un Proyecto de Vida y haciendo una promesa pública ante Dios y la Iglesia, representada por su grupo. (ej. Salesianos y Salesianas Cooperadores). Su servicio a la Iglesia lo realizan como colaboradores del Presbítero.
Asociaciones de fieles con determinados fines en la extensión del Reino de Dios: Grupos de seglares, que viven su servicio a la Iglesia con el vínculo de su Bautismo, que ya es bastante, y siendo colaboradores con el Presbítero realizan sus trabajos de apostolado. (ej. Hermandades, Cofradías, Asociaciones…)
Algunas funciones de apostolado especial y siempre en colaboración con el Presbítero y autorizado por él: Catequesis, Acólito, Lector, Ministro extraordinario de la Comunión, aunque este último precisa además el nombramiento del Obispo.
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