COMUNICACIONES BÍBLICAS 2007 / 08
SEXTA COMUNICACIÓN
Dice el Libro de la Sabiduría, hablando precisamente de la Sabiduría y relacionándola con las Virtudes: “¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños (empeños de la sabiduría), pues ella (la Sabiduría) enseña la Templanza y la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza: lo más provechoso para el hombre en la vida”.
De esta manera, si queremos realmente ser “sabios”, con esa Sabiduría que no es conocimiento de muchas cosas, sino que es un entender la vida de una manera que mis actos y comportamientos me hagan feliz y hagan felices a los demás; si queremos ser realmente “sabios” nos tenemos que empeñar y esforzarnos en tener esas virtudes que llamamos cardinales y que nos hacen cada día más seguidores de Jesús.
Si queremos hoy, analizar el sentido de la virtud de la Templanza, tenemos que pensar que ha quedado reducido a una moderación en el comer y beber.
Pero eso no es sólo la Templanza: podemos decir que la Templanza es una discreción ordenadora de nuestra conducta: discreción ordenadora de la conducta del ser humano.
En nuestro vocabulario coloquial, utilizado al coger un instrumento musical, decimos, si no sabemos nosotros hacerlo, “témplela Vd.” (refiriéndonos por ejemplo a una guitarra.).
Templar una guitarra es “afinar”, es darle una exquisitez a su sonido. Así si una persona “se templa”, ejercita la virtud de la Templanza se va haciendo persona más afinada, más exquisita. La Templanza tiene un sentido y tiene una finalidad: “pone orden en el interior del ser humano.
Esta virtud se distingue de las demás en que tiene su verificación y opera exclusivamente sobre el sujete que está actuando. La Prudencia es más universal, la Justicia mira a la relación con los demás, la Fortaleza hace olvidarse uno de sí mismo… en cambio la Templanza pone por obra y defiende la realización interior del ser humano.
Se opone la Templanza a toda perversión del orden interior que debe tener una persona.
No es una virtud “aguafiestas” que pretende reducir o aniquilar el placer y la satisfacción que las personas podemos tener: la Templanza tiene el poder de regular y por consiguiente cunado una persona vive dentro de una norma, de una regla, tiene la probabilidad de vivir “ordenadamente” y por consiguiente más feliz.
A través de la Templanza se embellece el ser humano. No se trata de una belleza facial o sensitiva, sino que se trata de una belleza que se irradia por ser una persona ordenada y buena.
La hermosura de la templanza tiene una cara más espiritual, porque hace ver al ser humano en su propia condición, como una semejanza de Dios.
SEXTA COMUNICACIÓN
Dice el Libro de la Sabiduría, hablando precisamente de la Sabiduría y relacionándola con las Virtudes: “¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños (empeños de la sabiduría), pues ella (la Sabiduría) enseña la Templanza y la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza: lo más provechoso para el hombre en la vida”.
De esta manera, si queremos realmente ser “sabios”, con esa Sabiduría que no es conocimiento de muchas cosas, sino que es un entender la vida de una manera que mis actos y comportamientos me hagan feliz y hagan felices a los demás; si queremos ser realmente “sabios” nos tenemos que empeñar y esforzarnos en tener esas virtudes que llamamos cardinales y que nos hacen cada día más seguidores de Jesús.
Si queremos hoy, analizar el sentido de la virtud de la Templanza, tenemos que pensar que ha quedado reducido a una moderación en el comer y beber.
Pero eso no es sólo la Templanza: podemos decir que la Templanza es una discreción ordenadora de nuestra conducta: discreción ordenadora de la conducta del ser humano.
En nuestro vocabulario coloquial, utilizado al coger un instrumento musical, decimos, si no sabemos nosotros hacerlo, “témplela Vd.” (refiriéndonos por ejemplo a una guitarra.).
Templar una guitarra es “afinar”, es darle una exquisitez a su sonido. Así si una persona “se templa”, ejercita la virtud de la Templanza se va haciendo persona más afinada, más exquisita. La Templanza tiene un sentido y tiene una finalidad: “pone orden en el interior del ser humano.
Esta virtud se distingue de las demás en que tiene su verificación y opera exclusivamente sobre el sujete que está actuando. La Prudencia es más universal, la Justicia mira a la relación con los demás, la Fortaleza hace olvidarse uno de sí mismo… en cambio la Templanza pone por obra y defiende la realización interior del ser humano.
Se opone la Templanza a toda perversión del orden interior que debe tener una persona.
No es una virtud “aguafiestas” que pretende reducir o aniquilar el placer y la satisfacción que las personas podemos tener: la Templanza tiene el poder de regular y por consiguiente cunado una persona vive dentro de una norma, de una regla, tiene la probabilidad de vivir “ordenadamente” y por consiguiente más feliz.
A través de la Templanza se embellece el ser humano. No se trata de una belleza facial o sensitiva, sino que se trata de una belleza que se irradia por ser una persona ordenada y buena.
La hermosura de la templanza tiene una cara más espiritual, porque hace ver al ser humano en su propia condición, como una semejanza de Dios.
Pozoblanco a 7 de marzo de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario