martes, 12 de febrero de 2008

05 - Las Virtudes Cardinales

COMUNICACIONES BÍBLICAS 2007 / 08
QUINTA COMUNICACIÓN


Dios quiere que seamos cristianos y nos ha elegido: estamos bautizados y nos ha regalado las Virtudes Teologales que debemos conservar y vivir.

Ser cristiano es trabajar por ser cada día más humano; las Virtudes Cardinales nos ayudan a eso. Prudencia, Justicia, FORTALEZA y Templanza.

El ser humano observa y tiene conciencia de las cosas y precisa de la virtud de la Prudencia para poder discernir lo bueno o lo malo y escoger aquellos comportamientos que le hagan cada día más humano y en nuestro caso más cristiano.

Si tenemos la virtud de la Prudencia, optaremos por comportamientos “justos” y nuestra vida estará llena de “misericordia” porque justicia y misericordia son una misma cosa.

Otra virtud cardinal importante es la FORTALEZA. Resulta difícil definir qué significa “fortaleza”, porque existen muchas acepciones e igual número de conceptos. Dejando a un lado definiciones vamos a ver sus características principales, sus manifestaciones.

Para que pueda existir enana persona la fortaleza es porque en sí esa persona es “vulnerable”: existe el riesgo de ser herido en el combate y por eso es preciso ser fuerte.

Al nombrar las virtudes cardinales, la nombramos en tercer lugar y no precisamente por ser menos importante, sino porque es necesaria ya que la prudencia y la justicia precisan de ella, porque podemos “no ser prudentes”, podemos “no ser justos”.

Las tres virtudes cardinales se ayudan y complementan: podemos no ser prudentes y la fortaleza nos ayuda a serlo; podemos no ser justos y ser fuertes nos ayuda a ser misericordiosos. Por otro lado el prudente y justo tiene más oportunidad de ser fuerte.

Sin prudencia, no hay justicia, fortaleza ni templanza. Es la prudencia la que da forma a las demás virtudes cardinales, pero se necesita la fortaleza para poder llegar a ser prudente.

Es interesante tener conciencia de que ser fuerte o valiente no es lo mismo que no tener miedo: la fortaleza no es ausencia de temor.

El hombre puede hacerse fuerte o débil, frente al mal como posibilidad. El fuerte es el valiente, pero bien entendido que sólo es valiente quien conoce que hay motivo para temer.

Los actos propios de la fortaleza son dos: “resistir y atacar”. Santo Tomás dice que lo principal es resistir, no porque se precisa más firmeza para resistir que para acometer sino porque es más propio de la fortaleza enfrentarse al mal que se le presenta sin buscarlo.

El acto de resistencia no es pasividad, sino fuerza y solidez; es una adhesión al bien, aún cuado este suponga dolor.

Adhesión al bien es el ejemplo de los Mártires en todas las épocas de la historia, aunque la adhesión al bien pueda producir el dolor, incluso el de la muerte.


Juan José García (S. C)

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