martes, 28 de septiembre de 2010

FE CRISTIANA: Comunicación 24

¿QUÉ SABES DE LA FE CRISTIANA?

Posible metodología: Lee las preguntas y mira si sabes algo de ellas. Después, si te parece bien, lee la respuesta que se ha dado.

1. EL SACERDOCIO DE CRISTO
  • ¿Cuáles son las diferencias entre el sacerdocio del Antiguo Testamento y el de Cristo?
R/ Además del Sacerdocio común de los fieles, Dios escogió entre el Pueblo de Israel a la tribu de Leví “para el servicio de la morada del Testimonio”. Entre los levitas se consagraban los sacerdotes de la antigua alianza, con el rito de la unción, para conferirles una función a favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados, y nace de esta forma un sacerdocio ministerial en el Antiguo Testamento, como antecedente del Sacerdocio Ministerial instituido por Jesucristo, que no está ligado a la genealogía, ni a los sacrificios del templo, ni a la ley, sino sólo al mismo a Dios.
El Verbo de Dios encarnado, conforma a las profecías mesiánicas, redime a todos los hombres con su muerte y resurrección, entregando su propia vida en cumplimiento de su condición sacerdotal. Este Sacerdocio que Jesús presenta en términos de consagración y misión, tiene, por tanto, valor universal: no existe una “acción salvífica de dios fuera de la única mediación de Cristo”. El Verbo de Dios encarnado, conforma a las profecías mesiánicas, redime a todos los hombres con su muerte y resurrección, entregando su propia vida en cumplimiento de su condición sacerdotal. Este Sacerdocio que Jesús presenta en términos de consagración y misión, tiene, por tanto, valor universal: no existe una “acción salvífica de dios fuera de la única mediación de Cristo”.

2. EL SACERDOCIO EN LOS APÓSTOLES Y EN LA SUCESIÓN APOSTÓLICA
  • ¿Cómo y cuándo instauró Cristo el Orden Sagrado?
R/ Fue en la última Cena cuando Jesús manifiesta la voluntad de hacer participar a sus apóstoles de su sacerdocio, expresado como consagración y misión: “Como Tú me has enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.” Esta participación se hace realidad en distintos momentos a lo largo del ministerio de Cristo que pueden considerarse los sucesivos pasos que conducirán a la institución del orden sagrado.
Esos pasos que se fueron dando se manifiestan en los Evangelios:
a.- Cuando Jesús llama a los Apóstoles.
b.- Cuando les instruye y los envía a predicar.
c.- Les confiera el poder de perdonar los pecados.
d.- Les confía la misión universal de extender el Reino de Dios.
e.- Hasta la espacialísima ocasión en que les ordena celebrar la Eucaristía: “haced esto en memoria mía”
  • ¿Qué signos se utilizan en la liturgia de la ordenación?
R/ El ministerio apostólico es transmitido a través de la imposición de las manos acompañada de una oración; los ritos están recogidos en la Tradición apostólica y los Estatutos antiguos de la Iglesia.
Este núcleo esencial, que constituye el signo sacramental, ha sido enriquecido a lo largo de los siglos por algunos rotos complementarios, que pueden diferir según las diversas tradiciones litúrgicas.
En el rito latino, los ritos iniciales – presentación y elección del ordenando, la alocución del Obispo, el interrogatorio del ordenando, las letanías de los Santos – ponen de relieve que la elección del candidato se hace conforme al uso de la Iglesia y preparan el acto solemne de la consagración; después de ésta, varios ritos vienen a expresar y completar de manera simbólica el misterio que se ha realizado: para el obispo y el presbítero la unción con el santo crisma, signo de la unción especial del Espíritu Santo que hace fecundo su ministerio; la entrega del libro de los evangelios, del anillo, de la mitra y del báculo al obispo en señal de su misión apostólica de anuncio de la Palabra de Dios, de su fidelidad a la Iglesia, como esposa de Cristo, su encargo de pastor del rebaño del Señor.
En lo que se refiere al Sacerdote el Obispo entrega al presbítero la patena y el cáliz, “la ofrenda del Pueblo Santo” que es llamado a presentar a Dios; la entrega del libro de los evangelios al diácono significa la misión de anunciar el Evangelio de Cristo.
  • ¿Cuáles son los efectos del Orden Sagrado?
R/ Mediante el Sacramento del Orden el Sacerdocio de Cristo se transmite al ordenando según la modalidad transmitida por la sucesión apostólica.
El sacerdocio ministerial se distingue del sacerdocio común de los fieles, proveniente del bautismo y de la confirmación; ambos se ordenan en uno para el otro, pero la diferencia es esencial, no solamente gradual.
Es propio y específico del sacerdocio ministerial ser “representación sacramental de Cristo Cabeza y Pastor, lo que permite ejercer la autoridad de Cristo en la función pastoral de la predicación, y obrar “in persona Christi, el ejercicio del ministerio en el que ha sido ordenado.
El efecto principal del Sacramento que el orden no puede ser repetido, ni eliminado, si conferido por un tiempo limitado: “Tú eres Sacerdote eterno”.
Es cierto que por causas graves un sujeto válidamente ordenado puede ser liberado de las obligaciones de la ordenación, o se le pueda impedir ejercerlas, pero no puede convertirse de nuevo en laico ene. Sentido estricto.
Se recibe con la ordenación la “gracia del Espíritu Santo” que es la de ser configurado con Cristo Sacerdote, Maestro, Pastor.
Este ministerio es un don y una tarea, pues al ordenando se le da una misión que es evangelizar, que también la tienen los fieles laicos, pero él con el encargo de cuidar de esos fieles. “apacienta mis corderos…”
  • ¿Qué grados hay y qué significan?
R/ Episcopado: “plenitud del Sacramento del Orden”, supremo sacerdocio o cumbre del ministerio sagrado. Se les confía “el ministerio de la comunidad para presidir, en nombre de Dios, como pastores, maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros dotados de autoridad” Son sucesores de los Apóstoles, forman el colegio Episcopal conservando la comunión jerárquica con el Papa. Cabeza del colegio, y con los demás miembros. A ellos corresponden principalmente las funciones de capitalidad, tanto en la Iglesia Universal como presidiéndolas Iglesias locales, a las que rigen como vicarios y legados de Cristo.
Aconsejan, exhortan, dan ejemplo. Entre los oficios episcopales se destaca la predicación del Evangelio; como administradores de la gracia del supremo sacerdocio, ellos moderan con su autoridad la distribución sana y fructuosa de los sacramentos: «ellos regulan la administración del bautismo, por medio del cual se concede la participación en el sacerdocio regio de Cristo. Ellos son los ministros originarios de la confirmación, dispensadores de las sagradas órdenes, y los moderadores de la disciplina penitencial; ellos solícitamente exhortan e instruyen a su pueblo a que participe con fe y reverencia en la liturgia y, sobre todo, en el santo sacrificio de la misa»..
Presbiterado: ha sido instituido por Dios para que sus ministros «tuvieran el poder sagrado del orden para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados y desempeñaran públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres» (CONCILIO VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 2.)
A los presbíteros se les ha confiado la función ministerial «en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran cooperadores del orden episcopal para el recto cumplimiento de la misión apostólica». Forman parte, junto con su obispo, un presbiterio dedicado a diversas ocupaciones y desempeñan sumisión en contacto en contacto inmediato con los hombres: Están obligados a anunciar a todos el Evangelio, celebrar la Eucaristía y perdonar los pecados por medio del Sacramento de la reconciliación.
Diaconado: Los diáconos constituyen el grado inferior de la jerarquía. A ellos se les imponen las manos «no en orden al sacerdocio, sino al ministerio». Compete al diaconado «la administración solemne del bautismo, el conservar y distribuir la Eucaristía, el asistir en nombre de la Iglesia y bendecir los matrimonios, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir los ritos de funerales y sepelios».

3. MINISTRO Y SUJETO
  • ¿Quién es el único administrador de este sacramento?
R/ La administración del Sacramento del Orden en sus tres grados está reservada exclusivamente al Obispo: En el Nuevo Testamento solamente los Apóstoles lo confieren y dado que el “sacramento del Orden es el sacramento del ministerio apostólico, corresponde a los obispos, en cuanto que son sucesores de los apóstoles transmitir el don espiritual, la semilla apostólica, conservada a lo largo de los siglos en el ministerio ordenado.
  • ¿Cuáles son los requisitos para su administración?
R/ Para que sea lícita la ordenación episcopal se requiere, en la Iglesia latina, un explícito mandato pontificio; en las Iglesias orientales está reservada al Romano Pontífice, al Patriarca o al Metrapolita. Siendo siempre ilícita si no existe mandato legítimo.
En el caso de ordenaciones presbiterales y diaconales, se precisa que el ordenante sea el Obispo propio del candidato, o haber recibido las cartas dimisorias de la autoridad competente; si la ordenación tiene lugar fuera de la propia circunscripción, es necesaria la venia del obispo diocesano.
Para la validez de la ordenación, en sus tres grados, es necesario que el candidato sea varón y esté bautizado. Jesucristo eligió solamente hombres, aunque también había mujeres que le acompañaban. Esta conducta del Señor es normativa para toda la Iglesia y no puede considerarse circunstancial, pues ya los apóstoles se sintieron vinculados a esta costumbre e imponían las manos solamente a varones.
Los Padres de la Iglesia siguieron fielmente esta norma, conscientes de tratarse de una tradición vinculante, que fue adecuadamente recogida en decretos de diferentes sínodos.
Además requiere la ordenación para que sea fructífera y legítima, por parte del candidato, la vocación como realidad sobre natural, a la vez confirmada por la invitación de la autoridad competente (jerarquía). En la Iglesia latina rige la ley del celibato eclesiástico, para los tres grados: es cierto que no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio, pero tiene mucha conformidad con el sacerdocio, pues con ella los clérigos participan en la modalidad célibe asumida por Cristo para realizar sumisión, “se unen a Él más fácilmente con un corazón indiviso, se dedican más libremente en Él y por Él al servicio de Dios y de los hombres.
Además, siendo célibes, “evocan el misterioso matrimonio establecido `por Dios (…)por el que la Iglesia tiene a Cristo por Esposo.
No están obligados al celibato, los diáconos permanentes, ni los diáconos y presbíteros de las Iglesias orientales. Para la ordenación se requieren, además, determinadas disposiciones internas y externas, la edad y ciencia debida, el cumplimiento de los requisitos previos a la ordenación y la ausencia de impedimentos e irregularidades. En los candidatos a la ordenación episcopal rigen condiciones particulares que aseguran su idoneidad.

Juan José García Torralbo
Pozoblanco a 19 de Agosto de 2010

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